A la luz del flexo los asuntos pendientes desprenden motas
de pereza y cansancio.
El ordenador encendido, un bloc de dibujo, miles de papeles
y dos velas: solo tengo que abrir la ventana y echar a volar. Me pondré de
casco un cuaderno con una goma dada de si; o mejor no me pongo casco; y en las
manos un par de folios, y de alas mi imaginación.
La luna me verá aterrizar sobre los portales de la ilusión
cuando la noche sea más oscura, a la hora exacta de los gatos negros, a la hora
de los atrevimientos.
Me quitaré mi atuendo y te invitaré a una copa, de esas que
te hacen volar, en uno de esos bares en los que el rock suena de fondo hasta
reventarte el fondo del pecho, en uno de esos días en los que desees comenzar
de nuevo. Porque todos tenemos alas, ¿lo sabías? Y a la luz de mi flexo no me
queda más que imaginar el día en que los asuntos pendientes no me agarren ni me
den alergia, no me cierren la ventana.
(una de esas que tú sabes abrir).
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