Creo que están todas desperdigadas, mis cosas, digo; por los
suelos de tu vida.
Mis cosas. No voy a intentar ordenarlas. Le encuentro cierta
belleza al caos propio, y a eso de rebuscar entre lo inservible hasta que apareces.
A veces estamos sucios de tanto arrastrarnos. Si. A veces
estamos sucios.
Mirando por la ventana tampoco se nota tanto mi amor,
tampoco se nota tanto; que hoy parece que en cada pestaña hay una mentira
clavada. Y eso es sucio, mi amor, muy sucio.
Y tus cosas.
Tus cosas relucen y me deslumbran, porque no las entiendo y
porque eso me gusta. Porque son como las zapatillas viejas que siempre quiere
tirarte mamá; pero son tus preferidas. Y no sabes por qué, solo que te gustan y
te pasarías la vida caminando con ellas, por muy sucias que estén. Pues eso,
contigo. Que tú ya me entiendes si te digo a qué quiero que huela mi
habitación.
Eres como esas mentiras que me quiero creer y me creo.
Eres como todas mis cosas desperdigadas por el suelo de tu
habitación: todo lo que tengo.
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