Las terrazas se adornan de verano, y las calles son una gran bolsa de caramelos con sabores divertidos.
Hace calor, y no es que dude de la eficiencia de los libros de auto-ayuda, pero prefiero los bares para eso de superarme y tus guerras de cerveza. En fin, eso de disfrutar del verano como si fuera la última vez que nos vemos o la primera que nos amamos. Es decir, suavecito y con pasión: dejar atrás los inviernos y cualquier sentimiento frío, a la mierda. Seguir contando primaveras el uno al lado del otro, y viceversa, que también cuenta. Prepararnos los bolis de otoño para escribir sobre sus hojas historias de nuestra historia (que es la mejor de todas las que te has inventado) hasta que se vuelvan partituras de bonito y todo retorne a la música, que es del único lugar de donde no debíamos de haber salido. Así que bailemos. Y sigamos tomando cerveza en cualquier bar estacional que te apetezca porque mira sí, este bar tiene encanto así con esa velita que te ilumina la cara. Tal vez, no sé...este verano podamos ayudarnos.
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